Si recientemente ha sido inundado con mensajes de texto no solicitados que prometen oportunidades laborales lucrativas, es probable que esté experimentando un problema creciente: estafas laborales. Estos textos, a menudo tentadores con promesas de altos ingresos por un trabajo mínimo, rara vez son lo que parecen. Representan una realidad mucho más siniestra: una compleja red de trata de personas, explotación y crimen organizado que opera en todo el Sudeste Asiático.

Estas estafas han aumentado desde 2020 y no es accidental. Son notablemente eficaces y provocan importantes pérdidas económicas a las víctimas. Sólo el año pasado, los estadounidenses denunciaron casi 250.000 incidentes de estafas por mensaje de texto a la Comisión Federal de Comercio, lo que provocó pérdidas de aproximadamente 500 millones de dólares.

La realidad detrás de escena, explorada en un episodio reciente de Explícamelo, un podcast de Vox, revela una verdad profundamente inquietante. Estas estafas están orquestadas en gran medida por grupos conocidos como “Smishing Triad”, sindicatos que utilizan mensajes de texto SMS para robar información personal y detalles financieros. Se estima que envían 100.000 mensajes diarios, utilizando software sofisticado que a menudo se vende a otros delincuentes.

Sin embargo, las víctimas son sólo aquellas que reciben los mensajes de texto fraudulentos. Un número significativo de las personas que los envían son ellas mismas víctimas: personas expulsadas de sus países de origen con promesas de empleos bien remunerados, sólo para quedar atrapadas en condiciones de explotación y, a menudo, brutales.

Erin West, exfiscal de California y fundadora de Operation Shamrock, una organización dedicada a educar a la gente sobre las estafas, ha investigado estas operaciones de primera mano. Su trabajo ha puesto de relieve la magnitud del problema, particularmente en Camboya, Myanmar y Laos. Explica que la economía de Camboya se ha alterado dramáticamente y que la estafa ahora representa un asombroso 60% de su Producto Interno Bruto, una transformación basada en el trabajo forzoso.

El costo humano: historias desde adentro

El podcast comparte historias convincentes de personas atrapadas en estas instalaciones fraudulentas. Consideremos el caso de Small Q, un ugandés de 23 años que trabaja en un cibercafé. Lo contrataron con la promesa de ganar 1.000 dólares al mes, diez veces su salario actual, en un trabajo de entrada de datos en Bangkok.

A su llegada, le confiscaron el teléfono y el pasaporte y lo confinaron en un extenso recinto amurallado. Le dijeron: “Ahora eres un estafador. Éste es tu trabajo”. Se unió a docenas de personas más, obligadas a pasar sus horas de vigilia trabajando en computadoras de escritorio y teléfonos, intentando defraudar a víctimas desprevenidas.

Las estructuras de explotación

Las condiciones dentro de estos complejos fraudulentos son sombrías. Los edificios son enormes, a menudo de diez pisos de altura, con ventanas con rejas y rodeados de muros de hormigón. West los describe como complejos en expansión con cientos de instalaciones a lo largo de ríos en Myanmar y Camboya. Las operaciones están dirigidas por delincuentes organizados chinos que inicialmente planearon llenar estas áreas con torres de casino. Cuando esos planes se estancaron debido a la pandemia, giraron hacia la trata de personas y las operaciones de estafa.

Un sistema corporativo de control

Estas operaciones fraudulentas están sorprendentemente estructuradas, con roles e incentivos claramente definidos. Inicialmente, las personas trabajan para localizar nuevos clientes y luego ascienden a roles de “charlatan”, donde desarrollan personajes para utilizar en sus estafas. El sistema recompensa el éxito con bonificaciones y ventajas, como noches de karaoke y cigarrillos. Sin embargo, el incumplimiento de las cuotas conlleva graves consecuencias.

Sam, compatriota de Small Q, se enfrentaba a que se le negara comida y lo sometieran a palizas eléctricas por no cumplir sus objetivos. Las mujeres se enfrentaron a la explotación sexual y algunas fueron sometidas a castigos brutales en una habitación apodada el “cuarto oscuro”.

Escape y recuperación

Escapar de estas situaciones es increíblemente difícil. A las víctimas a menudo se les dice que pueden pagar un rescate de entre 3.000 y 20.000 dólares para asegurar su liberación. Small Q finalmente pudo regresar a su hogar en Uganda robando un teléfono y contactando a Madame Betty Bigombe, la alta comisionada de Uganda, destacando el inmenso costo mental y emocional que estas experiencias causan.

Una advertencia y un llamado a la acción

Las historias detrás de esos tentadores mensajes de texto son un claro recordatorio de que no todo en línea es lo que parece. Exponen una compleja empresa criminal basada en la trata de personas, la explotación y el abuso sistemático de personas vulnerables. Explícamelo enfatiza que las personas al otro lado de esos mensajes de texto fraudulentos a menudo son víctimas: individuos desesperados por escapar de condiciones horribles.

El creciente problema requiere una mayor concienciación, una investigación sólida y cooperación internacional para desmantelar estas redes y proteger a quienes están en riesgo.