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La chispa humana: el potencial y las limitaciones de la IA en un mundo en transformación

La inteligencia artificial (IA) se está integrando rápidamente en el tejido de nuestras vidas, impactando todo, desde las redes eléctricas hasta las tiendas de comestibles. Esto no es ciencia ficción; está sucediendo ahora. Tres líderes tecnológicos españoles se reunieron recientemente en la Noche Francesa de la Innovación, organizada por Business France y la Embajada de Francia, para discutir cómo la IA está dando forma a nuestro presente y futuro.

Elena González-Blanco García, Head of AI for EMEA Digital Natives de Microsoft, destacó el ritmo vertiginoso de la innovación en este campo. “Incluso quienes desarrollan estos modelos luchan por mantenerse al día”, comentó. Ella cree que la clave es ayudar a las empresas a navegar esta rápida adopción, llevando la IA “del laboratorio a aplicaciones del mundo real”.

La investigación de McKinsey predice que para 2024, un asombroso 78% de las empresas integrarán la IA de alguna manera, una cifra que, según González-Blanco, subestima la penetración real. “Ya estamos en un punto de adopción generalizada”, afirmó. “Cualquiera que se quede atrás se está quedando atrás rápidamente”.

El dilema de los datos: seguridad y confianza

Un desafío persistente al que se enfrenta la adopción generalizada de la IA es la preocupación pública por la privacidad de los datos. Un estudio de Ipsos de 2025 revela que el 40% de los españoles no confía en que las empresas protejan adecuadamente su información. Javier Mallo, director de Información de Carrefour España, presentó una doble perspectiva sobre este tema: “Como ciudadano reconozco el riesgo, pero sin compartir datos nos quedamos atrás. Como profesional os aseguro que invertimos mucho en ciberseguridad, aunque ningún sistema puede ofrecer una protección al 100%”.

González-Blanco estuvo de acuerdo y afirmó que el miedo muchas veces está fuera de lugar. “Llevamos décadas compartiendo información en las redes sociales”, señaló. “El aspecto crucial no es temer a la IA, sino comprenderla y utilizarla de forma responsable”. Rafael San Juan, de Iberdrola, añadió que si bien la ciberseguridad siempre será una carrera contra las amenazas en evolución, las regulaciones y los marcos éticos se están poniendo al día para lograr un equilibrio.

Una carrera global: ¿Podrá Europa mantener el ritmo?

Los tres expertos coincidieron en un hecho innegable: España y la Unión Europea se están quedando atrás en la inversión en IA, poniendo en peligro su competitividad frente a gigantes tecnológicos como Estados Unidos y China. “No se trata sólo de dinero”, recalcó González-Blanco; “Se trata de creer en esta tecnología y superar nuestro miedo al fracaso”.

San Juan se hizo eco del sentimiento, quien enfatizó que se trata de una tendencia paneuropea, mientras que Mallo destacó la falta de ambición para rivalizar con el dominio de naciones como Estados Unidos y China. La investigación de McKinsey de 2025 indica que solo el 1% de las empresas encuestadas han integrado completamente la IA en sus flujos de trabajo, lo que revela un potencial sin explotar para aumentar la productividad y optimizar los procesos.

González-Blanco señaló a Mistral, un unicornio francés especializado en modelos de IA generativa, como prueba de que Europa puede ser un actor importante si prioriza el desarrollo del talento y fomenta la innovación.

Redefiniendo el trabajo: colaboración, no competencia

A pesar de las inquietudes en torno al desplazamiento de empleos debido a la IA, los expertos ofrecieron un mensaje claro: la IA no está aquí para reemplazar a los trabajadores calificados, sino para empoderarlos. “Hemos estado escuchando acerca de máquinas que reemplazan a los humanos durante 50 años, y eso no ha sucedido”, recordó González-Blanco a la audiencia, haciendo referencia a una entrevista con Marvin Minsky, fundador del primer laboratorio de inteligencia artificial del MIT en la década de 1970, quien predijo pérdidas generalizadas de empleos en una década. “La tecnología altera la forma en que trabajamos, pero no disminuye el valor humano”.

San Juan destacó que el conocimiento y la experiencia siguen siendo activos insustituibles, mientras que Mallo defendió que el futuro está en la colaboración entre humanos y máquinas: “Las empresas que combinen inteligencia artificial y emocional liderarán el camino”.

González-Blanco aclaró que la IA aplicada, incluso para empresas más pequeñas, puede ser una potente herramienta de especialización. “No se trata de desarrollar la tecnología en sí, sino de utilizarla de forma eficaz”, explicó. La experiencia local y el conocimiento de nichos de mercado pueden proporcionar una ventaja significativa en este panorama en evolución. Mallo se hizo eco de este sentimiento: “Hoy en día, cualquiera que tenga una idea convincente y la capacidad de ejecutarla tiene un acceso al mercado sin precedentes”.

El elemento no cuantificable: lo que la IA no puede hacer

El panel concluyó con una nota reveladora: ¿qué será lo que la IA nunca podrá hacer? Los tres ofrecieron una respuesta unificada: sentir verdaderamente o sentir empatía. “La IA puede construir el Taj Mahal, pero no comprenderá el amor detrás de su construcción”, resumió San Juan.

Según los oradores, las emociones, la creatividad y la intuición siguen siendo cualidades exclusivamente humanas que nos distinguen en un mundo cada vez más impulsado por la IA.

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